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domingo, 27 de diciembre de 2015

XXX CARRERA POPULAR EL CORTE INGLÉS Y IX MEDIA MARATÓN MEMORIAL ALCALDE CAMILO SÁNCHEZ


En opinión de un fantástico corredor veterano que jamás se cansa de subir al podium, la XXX Carrera Popular El Corte Inglés de Las Palmas de Gran Canaira supuso la peor edición en muchos años de esta vetusta y consolidada prueba de atletismo.

Durante los días previos a la carrera estaba inquieto e ilusionado por participar en mi primer 5.000 metros y despertar algo de velocidad en las piernas. Mi rendimiento era una incógnita, aunque el objetivo personal era estar en los 17 minutos.
Tras un buen calentamiento y justo antes de la salida, nos cayó una tromba de agua -de apenas un par minutos- que dejó el asfalto resbaladizo y que dificultaría aún más los giros de 180º que debíamos dar en una recta de doble sentido, hasta completar tres vueltas completas.
Tras el disparo inicial, la marabunta salió disparada como el corcho de una botella de champán, y el primer giro de 180º fue una auténtica odisea. Traté de controlar el ritmo en la primera vuelta, no quería asfixiarme antes de tiempo, pero aumenté la cadencia en la segunda y lo di todo en la tercera.

Segunda vuelta

Crucé el arco de meta a puro sprint y con arcadas, aunque la recuperación posterior fue muy rápida. Todo sucedió en un plis plas. Fue una buena experiencia, creo que en la velocidad es muy importante conocer tus límites, entrenar fuerte por debajo de tu ritmo umbral y tener mucha capacidad de resistencia láctica.

Tercera vuelta

Por desgracia yo también terminé muy decepcionado con la organización de la carrera. Hay cosas que no me entran en la cabeza:

Los doblados. Tras la primera vuelta la cabeza de carrera se fundió con el grueso del pelotón y no se facilitó el paso de los corredores rápidos, lo que convirtió su avance en una agónica carrera de obstáculos a tres minutos pelados. Yo no estoy a ese nivel, pero casi paso por encima de tres chicas en uno de los giros de 180º.

El circuito. Que alguien me explique cómo te puedes equivocar al medir una recta para que sume 5.000 metros en tres vueltas. Pues bien, tras consultar los relojes GPS (aplicando su margen de error) y las marcas de los atletas (todas MMP con un promedio de unos 30 segundos), dedujimos sin lugar a dudas que el circuito tenía unos 4.750 ó 4.800 metros. Lo cual significa que mi debut en el 5K se quedó en agua de borrajas.

El cronometraje. En la prueba no se utilizó chips de control de tiempos. La carrera sólo cuesta 5€, pero en ediciones pasadas sí se utilizó el cronometraje mediante chip. En esta ocasión se hizo a mano, sí, han leído bien, a mano, con papel y bolígrafo. Pero lo bueno viene ahora: volvió a caer un chaparrón y se les empapó los folios con los apuntes de los llegados a meta… De modo que ni siquiera sacaron listas con las clasificaciones y hubo verdaderos desaguisados en la entrega de premios (alguna categoría se quedó desierta por no tener ni idea de quiénes fueron los ganadores). Vaya tela.

Espero que los responsables recapaciten y en la próxima edición alcancen un mínimo de calidad, porque una carrera con esta longevidad y trayectoria no merece este trato.






Primera participación en esta carrera con fama de perfil duro y condiciones climáticas adversas. En años anteriores siempre había surgido alguna circunstancia que me impidió tomar la salida, pero en esta edición estaba decidido a enfrentarme a la media maratón en dos vueltas a un circuito de 10,5 Km.


Llegué a la localidad sureña de Vecindario en compañía del gran -en todos los sentidos- Humberto Betancort, y nada más bajar del auto pude saludar a la triatleta Patricia Díaz, a la postre ganadora con su habitual autoridad de la prueba de 10,5K.

Destacar que la organización dispuso dos carpas como vestuarios masculino y femenino, además del guardarropa y unos baños químicos impolutos y con continuo mantenimiento de limpieza.
Realicé un buen calentamiento junto a Aarón Sánchez, saludando a muchos corredores habituales del mundillo runner local. Mi estrategia, en base a mi precario estado de forma, consistía en mantener un ritmo crucero de 4:00 min/Km; si lo conseguía sería un fantástico entrenamiento de calidad.


La salida fue más limpia de lo que esperaba, pues estábamos mezclados los participantes del 5, 10,5 y 21K. Sin embargo la cosa se despejó bastante cuando se desviaron los de la carrera corta. Me pegué a la estela de un corredor con el pelo entrecano al que conocía de vista y que llevaba una cadencia de 3:55 min/Km.

Primeros kilómetros
Al poco comenzó una larga cuesta con viento en contra, un falso llano, otra subida y una vertiginosa bajada. Yo seguía pegado a mi compañero porque no quería quedarme solo, pero ya sabía que ese ritmo me iba a pasar factura en la segunda vuelta.

Mitad de carrera

Al pasar por el ecuador de la carrera dimos alcance al fenómeno Víctor Rodríguez, y decidí quedarme con él para aguantar mejor el resto de la carrera.

Junto al gran Víctor Rodríguez

Y justo en el kilómetro 13, cuando enfilábamos otra vez la ventosa cuestarraca y ya comenzaba a apretar los dientes, mi rodilla izquierda me traicionó de forma ruin y miserable. Unos fuertes latigazos provenientes de la cintilla isquiotibial, me obligó a bajar el ritmo y a cojear ostensiblemente. De repente me vino a la mente lo que me sucedió en el kilómetro 35 de la Maratón de Málaga: exactamente la misma dolencia pero en la pierna derecha. En aquella ocasión recorrí tres kilómetros con lágrimas en los ojos por el dolor, estuve a punto de detenerme cuando de improviso, en el sube y baja de un túnel, las intensas punzadas desaparecieron por completo.
Sin embargo esta vez no quise correr el riesgo de lesionarme. Por primera vez en más de cincuenta carreras me paré en seco y abandoné. Tuve una sensación bastante extraña: por un lado me invadió el alivio de erradicar el dolor de la rodilla y recuperar el resuello; pero el sentimiento de íntima decepción e impotencia fue tan grande que me humedeció los ojos. No había vuelta atrás, había abandonado mi primera carrera y me dirigí cabizbajo hacia la meta. Animé a todos los corredores que me fui cruzando y más tarde disfruté de la entretenida entrega de premios.
No tengo dudas que el próximo año volveré a esta media maratón, está organizada con mucho cariño y la relación calidad precio es excelente. Anímicamente me recuperé pronto y en los siguientes días entrené con cuidado y sin rastro de lesión, por lo que creo que mi retirada fue toda una victoria para mí. A veces la cabeza debe imponerse al corazón.